Mejora de la productividad sí, pero no a cualquier precio

Según los últimos datos que conocemos la productividad española registró el mayor incremento entre los países de la zona euro. La noticia en sí, en un principio puede parecer positiva, pero tras analizar las causas de cómo se ha llegado a producir dicho incremento, puede que no lo sea tanto.

Que un país gane en productividad es un buen síntoma, pero no si este crecimiento se logra por medio del ajuste de las plantillas, conteniendo los salarios o con una ampliación de la jornada laboral. Es decir, lo que ha ocurrido es que esta mejora de la productividad en nuestro país se ha producido a costa de los trabajadores, que están pagando en primera persona los efectos de la crisis y son los que más sacrificios están asumiendo. Los políticos y empresarios deberían realizar también un esfuerzo y no pretender que lo asuman sólo los trabajadores.

En definitiva lo que está ocurriendo es que muchas empresas de nuestro país han aprovechado estos años de recesión para recuperar parte de esa productividad perdida a través de los mecanismos anteriormente comentados. Y en algunos casos ha supuesto un paso atrás en los derechos laborales de muchos trabajadores.

Según un informe presentado por Adecco, casi tres de cada cuatro empresas españolas han adoptado algún tipo de medida de flexibilidad interna previstas en la nueva regulación, lo que equilibraría la implementación de esta herramienta (40%) frente a las empresas que han optado por los despidos (47%).

Hace poco os decíamos en nuestro blog que la salida de la crisis era un trabajo de todos y que la solución no podía recaer solamente en los trabajadores. No es justo que las empresas mantengan los márgenes de beneficios y que al final los sacrificios los realicen los mismos.

Lo que puede ocurrir es que, de tanto apretar a los trabajadores con estas congelaciones o reducciones en sus nóminas, más el incremento de las cargas fiscales, llegue un momento en que la situación sea mucho más difícil de afrontar de lo que es ahora.

Los últimos datos relativos al peso de los salarios sobre la riqueza nacional marcan un mínimo histórico al situarse en 45,6%. En 2006, por ejemplo, los salarios representaban el 47,3% de la riqueza generada. Además, hace poco hemos conocido que la pérdida de poder adquisitivo de los salarios en 2012 será la más alta de la democracia.

Respecto a la ampliación de la jornada laboral en nuestro país, según una encuesta de Randstad, el ‘presentismo’ laboral ha aumentado desde el 45% de 2010 al 85% en 2012, lo que significa que actualmente ocho de cada diez trabajadores pasan más horas de las establecidas “sin ninguna utilidad”en sus puestos de trabajo.

Según la OCDE la jornada laboral media en todos los sectores en España ha aumentado un 2,6 por ciento (una hora por semana) desde el comienzo de 2008. Si no se hubiera producido este hecho se podrían haber salvado 635.000 empleos en España.

Es bueno progresar y ser productivos, es positivo que España esté cerca de las economías más desarrolladas, pero no a costa de los trabajadores. No solamente los trabajadores somos los que debemos de sufrir las consecuencias de esta mejora de la productividad. Los políticos y empresarios también tienen que asumir su responsabilidad y no pretender que esa mejora de productividad implique un empeoramiento de las condiciones laborales de los trabajadores.

En definitiva, está bien que crezca la productividad de nuestro país, pero no a cualquier precio.

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