Desde el pasado mes de junio la palabra rescate ha estado en todas las noticias relacionadas con España y la Unión Europea. El Gobierno pidió 100.000 millones de euros a sus socios europeos para recapitalizar la banca de nuestro país a cambio de una larga lista de condiciones y los casi 40.000 primeros millones ya han sido aprobados por el Eurogrupo durante las reuniones de los últimos días.
A mediados de la próxima semana se recibirán 39.468 millones de euros para inyectar en los bancos nacionalizados y en el denominado banco malo, una institución que acogerá todos los activos tóxicos de las entidades financieras. Un primer desembolso que, se supone, será el comienzo de la recuperación del sistema bancario español. Un proceso que, si bien parece “sencillo” sobre el papel, no lo es tanto en la realidad.
Con la petición del rescate la lista de ventajas presentadas por parte del Gobierno era enorme: crecimiento, competitividad, más solvencia, recuperación de la confianza de los inversores en España, posibilidad de emitir préstamos a precios razonables… Pero también vimos en nuestro blog la otra cara de la moneda y cómo esta ayuda podía perjudicar a los ciudadanos con recortes en partidas esenciales, como la Sanidad o la Educación, subidas de impuestos (con los correspondientes efectos en el poder adquisitivo y niveles de consumo que esta medida conlleva) o bajadas de las pensiones. Consecuencias con las que llevamos ya conviviendo unos meses.
Mientras la segunda lista parece ser que todavía no han terminado, la primera parece que va a tardar en llegar. Según las previsiones y los últimos datos, es complicado que el volumen de créditos y préstamos facilitados a las familias y empresarios se recupere durante el 2013. Las entidades van a recibir el dinero pedido pero, antes de prestárselo a sus clientes, tienen que resolver sus problemas de deuda y cumplir las condiciones impuestas desde Europa. Una situación que seguirá presentando con tendencia negativa el número de créditos empresariales y particulares otorgados, cuyo peor resultado se registró el pasado mes de julio con la mayor caída del crédito desde 1962.
Con este panorama las pymes y las familias, dos de las grandes perjudicadas con la crisis, van a tardar en recibir préstamos y ayudas más allá de las que pueda ofrecer el Estado a través del Instituto de Crédito Oficial (ICO). En definitiva, el dinero inyectado desde Bruselas no llega a la economía real, perjudicando a dos de los motores esenciales de la economía española: el consumo y las pymes.
Viendo este efecto y las previsiones presentadas por varios organismos oficiales, desde FASGA consideramos que sólo valdrá la pena sanear las cuentas de los bancos si se revierte en créditos para los empresarios, para que puedan aumentar su negocio y contratar a más personas, o para las familias, para que puedan seguir consumiendo para reactivar la economía.
Hace unos meses quisimos esperar para hacer un balance a favor o en contra del rescate hasta que fuera aprobado. Ahora tendremos que ver si estas previsiones se cumplen o, como anunciaron en el momento de pedir el dinero, son casi todo ventajas para el país.