Desde que se inició la crisis económica y financiera en España en 2008 hemos podido leer y escuchar desde organismos internacionales, expertos y medios de comunicación multitud de consejos y medidas que el Gobierno, las empresas y los empleados debemos tener en cuenta para salir de esta situación. Las más repetidas y llevadas a cabo, sobre todo en el último año, se centran en despidos, recortes, ERE, descensos de sueldo y aumento de las horas de trabajo. Sin embargo, la solución a una crisis de estas dimensiones no puede recaer sólo sobre los trabajadores.
Las empresas nos piden esfuerzos, flexibilidad y comprensión mientras en los diarios podemos ver como los consejos de administración españoles son los mejor remunerados de toda Europa. El año pasado los altos cargos de las compañías españolas eran los cuartos mejor pagados del continente y éste, con el incremento de un 28% en la media de las retribuciones, se han colocado en primera posición por encima de Reino Unido, Alemania y Francia.
Desde la CEOE se nos habla de la competitividad y de productividad, pero siempre ligada a una rebaja de salarios y no de reducción de sus márgenes y sus beneficios. El mismo Banco de España ha comunicado que para recuperar la confianza en nuestro mercado y generar más negocio no sólo hay que bajar el sueldo a los trabajadores y buscar acciones que eleven la competitividad de las empresas. También hay que reducir los márgenes empresariales y los salarios y beneficios de las personas que ocupan altos cargos, tanto del sector público como del del privado.
No puede ser que la única solución en manos de los empresarios españoles sean las reducciones salariales y los despidos sin más esfuerzos por parte del resto de instancias que conforman una compañía. Esa destrucción de empleo también tiene sus consecuencias sobre la productividad de la empresa y, en definitiva, sobre su competitividad y cuenta de resultados.
Los empresarios consiguieron una Reforma Laboral creada a la medida de la CEOE y las asociaciones empresariales que sólo ha logrado que el paro aumente, los derechos laborales se rebajen y el despido sea más barato. Una muestra más de que era una Reforma incompleta e insuficiente para los tiempos que corren.
La tasa de pobreza relativa, el porcentaje de trabajadores que no alcanza el 60% de ingresos medios, se situará el próximo año en el 30% y actualmente estamos sufriendo la mayor caída de poder adquisitivo en 27 años. Pero todo esto no les parece suficiente y nos piden más sacrificios. Todos los días oímos a algún dirigente empresarial diciendo que tenemos que trabajar como los chinos (habría que decirle que dé ejemplo y empiece por vivir como ellos) o que hay que rebajar todavía más los sueldos para ser más competitivos.
Sin embargo, a la rebaja de salarios ya le queda poco recorrido. No hemos visto a ninguno de estos empresarios ponerse al frente y dar ejemplo, siendo los primeros en limitar sus sueldos como consejeros, sus beneficios como accionistas, sus márgenes para hacer los productos que venden más competitivos…
Como hemos repetido multitud de veces desde FASGA, la crisis económica es un problema global que afecta a todos los ciudadanos. Si el empresario solicita ayuda y entendimiento por parte de los trabajadores se colaborará para salir cuanto antes de esta situación. Pero siempre pagan los mimos. Mientras unos tienen que apretarse el cinturón hasta límites insostenibles, otros no están dispuestos a realizar ningún esfuerzo o sacrificio, lo que alargará el problema. Siempre padeciendo los mismos. Los trabajadores.