La nueva reforma laboral es inminente. A la patronal y los sindicatos de clase les quedan menos de veinte días para negociar un nuevo texto, puesto que el recién elegido Gobierno les hado dado de plazo hasta “después de Reyes”.
Desde hace varios días, en la cobertura que hacen los medios de comunicación de este tema hemos visto muchas veces la palabra minijob o miniempleo. La patronal piensa que esta fórmula, extremadamente polémica, ayudaría a aliviar las dramáticas cifras de paro en España. Por eso, hoy publicamos este post en el que intentamos explicar qué es un minijob.
Los minijobs son “contratos de baja remuneración y máximo 15 horas de trabajo a la semana”. El salario máximo para estos empleos es de 400 euros, por debajo del Salario Mínimo Interprofesional, que en España ronda los 640 euros. En Alemania, más de 6,8 millones de trabajadores tienen este tipo de contrato, que incluye derecho a vacaciones pagadas y bajas por maternidad y enfermedad, además de a los plazos de despido.
Los defensores de este nuevo contrato emplean varios argumentos:
- Ayudaría a reducir la insostenible tasa de paro que hay en España.
- Permitiría a miles de personas que actualmente están fuera del mercado laboral, especialmente a los más jóvenes, no desengancharse del sistema social y seguir cotizando a la Seguridad Social.
- Reduciría la economía sumergida y dinamizaría la economía.
- Otro argumento utilizado por los defensores de este contrato son la reducida tasa de desempleo en Alemania, donde los minijobs se implantaron en 2003, y la buena marcha de su economía.
Lo que no nos cuentan es la otra cara de la moneda. Un reciente informe demuestra que la pobreza y la precariedad han aumentado entre los trabajadores alemanes, y buena parte de la culpa la tienen los miniempleos. Si en 1995 el subempleo afectaba al 15% de la masa laboral en ese país, hoy lo hace casi al 25%: 7,3 millones de personas. Además, estos contratos, que se plantean como un puente hacia mejores condiciones laborales, ha acabado sustituyendo a los empleos de jornada completa con condiciones más dignas. En otras palabras, los minijobs han disparado la precariedad en el mercado de trabajo alemán. De hecho, el 80% de los trabajadores que ostentan este tipo de contrato no consiguen uno mejor.
Estos días han aparecido en la prensa datos que corroboran la precariedad del mercado laboral español: hasta el tercer trimestre del año se han firmado 19.200 contratos por un solo día; 120.800 contratos de entre dos días y un mes; y 524.600 de un mes a tres meses. Otro dato: en España, la tasa de pobreza entre los trabajadores durante los últimos años, ha pasado desde el 10,4 % de 2005 hasta el 11,4 % de 2009, cifras que en éste último año sólo fueron superadas por Grecia (13,8 %) y Rumanía (17,9 %).
Vistos estos datos, desde FASGA creemos que lo que necesitamos en España es, justamente, avanzar en la dirección opuesta al minijob. Necesitamos empleo estable y de calidad, algo por lo que llevamos apostando desde antes de 2008 cuando estalló la crisis económica. Lo que no necesitamos son nuevos modelos de contrato que contribuyan a empeorar nuestro ya de por sí precario mercado laboral.
Esta claro que los minijobs podrían ser una buena opción para miles de jóvenes que todavía se están formando, para profesionales que hayan decidido dedicar un tiempo a la formación, para casos concretos con la garantía de que el miniempleo será puntual… Pero algo nos dice que, si aceptáramos este nuevo contrato, su uso podría ser bastante más generalizado de lo que nos plantean.
Lo hemos dicho muchas veces. Las negociaciones entre patronal y sindicatos no consisten en tratar de imponer las medidas que más benefician a cada una de las partes y acaben perjudicando a millones de trabajadores. Ya hemos visto cuáles son los resultados de esta irresponsabilidad. Por eso, esperamos que los minijobs sean sólo un globo sonda de la patronal y que la polémica generada les anime a buscar otras recetas que garanticen la inserción laboral y los derechos de los trabajadores, pero de verdad.