Los sindicatos de clase hacen autocrítica para lavar su deteriorada imagen, pero llegan tarde…

Muy mal lo deben estar haciendo los sindicatos de clase como para que el propio Secretario General de CCOO, Ignacio Fernández Toxo,  reconozca en público que necesitan “repensar” y que no les queda otra que adoptar una postura crítica respecto a su actividad desempeñada en los últimos años.

La reflexión es de Toxo, pero, visto lo visto,  igualmente, se puede hacer extensible a la gestión llevada a cabo durante la crisis por parte de UGT,  que tampoco ha aportado nada de interés ni de utilidad. Tan desorientados están estos sindicatos que se atreven a proponer un debate serio sobre los impuestos acompañando la petición de palabras como “soplapollez”. ¿Por qué no, en lugar de subir los impuestos, se disminuyen las ayudas a los sindicatos de clase, incapaces de emplearlas para cumplir su función?

La situación es tan insostenible, la decepción entre los trabajadores es tan evidente, que no les ha quedado otra opción que adoptar una postura crítica con su forma de actuar para intentar lavar su deteriorada imagen. Lo malo es que esta reflexión llega tarde, muy tarde… Por el camino se han quedado 5 millones españoles sin empleo esperando que estas organizaciones hubieran hecho algo más por defender sus derechos.

El descrédito de los sindicatos de clase ha ido aumentando progresivamente a la par que crecía el número de trabajadores que perdían su empleo. La desconfianza en CCOO y UGT ha ido creciendo según se multiplicaban las ayudas y subvenciones y eran incapaces de aportar alguna solución al problema del paro.

Ellos mismos abren el debate de su falta de independencia al admitir que la sociedad les ve como organizaciones demasiado institucionalizadas. Por no hablar de la dudosa gestión de todos los fondos y ayudas que reciben para impartir cursos de formación. El propio Toxo se pregunta si esta cuestión mejora o perjudica su crédito, algo bastante sorprendente  puesto que si ese dinero que reciben generosamente se invierte bien, se administra de una forma coherente y eficaz, lo único que tendría que generar es una buena respuesta por parte de la sociedad. Si no es así, es que algo pasa.

Son muchos más los desatinos cometidos tanto por CCOO como UGT durante este tiempo. La tremenda crisis económica que vive nuestro país ha desenmascarado a los sindicatos de clase y ha puesto  de manifiesto su incapacidad y falta de interés para defender a los trabajadores. Estas autocríticas son insuficientes y a estas alturas ya no sirven para nada. Los trabajadores no se fían ni un pelo de su gestión y les están dando la espalda, disminuyendo su afiliación y  su representación en los órganos donde se defienden los derechos de los trabajadores.

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