En 2008, el 17,4% de los ocupados estaba afiliado a alguna organización sindical. En 2009, la cifra se redujo al 17,2%. Y en 2010, el porcentaje siguió cayendo hasta situarse en el 16,4%. En total, UGT y CCOO, los sindicatos de clase mayoritarios, han perdido 497.900 afiliados. España se sitúa así entre los países europeos con menor número de afiliados, circunstancia que ya hemos comentado en anteriores posts.
¿Cómo es posible que en época de crisis, justo cuando más se requiere de los sindicatos para defender los derechos de los trabajadores, se haya producido esta brusca caída?
La razón es muy sencilla: los trabajadores españoles cada vez confían menos en los sindicatos de clase, seguramente por la mala gestión que UGT y CCOO, sus dos principales exponentes, han hecho en estos últimos años de crisis económica.
Tal y como señala Expansión, entre ambos han perdido 220.00 afiliados en 2010. ¿Tendrán algo que ver la fracasada huelga general que plantearon o su incapacidad para negociar una reforma de la negociación colectiva? En FASGA creemos que sí.
Los trabajadores y la sociedad en general están hartos de unos sindicatos que se enriquecen cada vez que un trabajador es despedido; hartos de eslóganes vacíos que no llevan a ninguna parte; de representantes insolidarios que se suben las dietas y los salarios mientras cinco millones de trabajadores no encuentran trabajo; pero, sobre todo, de sindicatos que no desempeñan la labor para la que fueron elegidos y son incapaces de aportar soluciones al complicado momento que atraviesa España.
Afortunadamente, no todos nos comportamos como ellos. El modelo de FASGA es un ejemplo de independencia política y económica, de sindicato que sólo responde y trabaja por los trabajadores que lo han elegido. Los trabajadores son conscientes de esta realidad, como demuestran nuestras últimas victorias en recientes elecciones sindicales, en las que hemos obtenido excelentes resultados.