Hoy los sindicatos de clase han demostrado, una vez más, su incapacidad para dar respuesta a las necesidades reales de trabajadores y empresas. Parecen haberse olvidado, además, de que en tiempos de crisis como el actual, en el que está en juego el trabajo de millones de españoles y la credibilidad de nuestra economía a nivel internacional, las decisiones han de tomarse con rapidez. Cuanto más rápido se toman las decisiones, más confianza se genera y menos puestos de empleo se pierden.
Hoy, 24 de marzo, se esperaba que el Gobierno traslade la reforma de la negociación colectiva al Consejo de Europa el marco del Pacto del Euro, que exige que los Gobiernos tomen las decisiones que consideren más adecuadas para tratar de dejar la crisis atrás de forma definitiva. Sin embargo, se ha vuelto a ampliar el plazo de la negociación hasta abril. La rapidez, en este caso, brilla por su ausencia y los sindicatos de clase han vuelto a quedarse atrás, superados por las circunstancias.
Además de acentuar la desconfianza en un momento en el que parecía que España dejaba atrás los rumores de rescate, millones de trabajadores tienen sus convenios colectivos congelados, lo que en la práctica supone mayor incertidumbre y un recorte de derechos. Y todo por la incapacidad de los sindicatos de clase para negociar de acuerdo a las necesidades reales de empresas y trabajadores.
UGT y CCOO insisten en que la demora en la negociación busca garantizar los derechos de los trabajadores. Ya hemos señalado muchas veces que, incluso en tiempos de crisis, es probable garantizar el empleo estable y de calidad. En FASGA lo conseguimos en un sector tan afectado por la crisis como el de los Grandes Almacenes, por lo que no hay argumento que justifique que no se puede hacer algo similar en otros sectores.
Esperamos que los sindicatos de clase anuncien próximamente un pacto con el Gobierno que nos permita abrazar de una vez por todas la senda de la recuperación. Por nuestra parte, vamos a seguir luchando por los trabajadores de los sectores en los que estamos presentes con nuestras señas de identidad: independencia, profesionalidad y capacidad de negociación.
Pero no debemos dejar de lado la responsabilidad que tienen en este asunto la patronal y el Gobierno, ya que de ellos depende también el hecho de llegar a un acuerdo satisfactorio para todos. Si esta incapacidad de negociación se prolonga en el tiempo, es prácticamente seguro que finalmente se acabará imponiendo una reforma de la negociación colectiva insuficiente, al igual que ha sucedido con la laboral y la de las pensiones. Sin duda, el acuerdo es una misión de todos pero, por lo que parece, los principales actores no están capacitados para alcanzarlo eficazmente.