CC.OO. y UGT ya han anunciado más movilizaciones para los meses de noviembre y diciembre contra la reforma laboral. El Gobierno, a través de la ministra de Economía, Elena Salgado, y del nuevo portavoz, Alfredo Pérez Rubalcaba, ya han dicho que la reforma laboral no se va a modificar
En eso consiste el diálogo social cuando entre los interlocutores están los sindicatos de clase.
La renuncia de los sindicatos de clase a dialogar es más palpable cuando leemos que “sólo se han firmado el 11% de los convenios en 2010”. Llega el momento de preguntarse qué utilidad tienen unos sindicatos que han sido elegidos para llevar a buen puerto las negociaciones con los empresarios, pero que, ante su fracaso, sólo son capaces de exigirle a la gente que vaya a la huelga a luchar por sus derechos.
Hemos podido comprobar que el sindicalismo del siglo XIX ya no da frutos. Vimos fracasar la absurda huelga del 29 de septiembre en España, y vemos ahora cómo en Francia protestas mucho más virulentas no han conseguido echar atrás el retraso de la edad de la jubilación.
Los sindicatos deben ser responsables y profesionales. Los trabajadores delegan en ellos sus problemas, y confían en sus capacidades para sacar adelante acuerdos. Cuando UGT y CC.OO. llaman de nuevo a la huelga, sólo están demostrando su fracaso, su impotencia, y su recurso barato a los métodos del siglo XIX. La pancarta, el silbato y el piquete violento deben pasar a la historia ya, y dejar paso a un sindicalismo serio.